Pegás el grito en la noche para que las estrellas te perfilen el banquete. Un par de vinos (sangre del propio Cristo) animan hasta la cobardía más gallina. Vuelan en círculos los buitres esperando el momento justo para soltar la jauría a esas risas que regalan libidinosos hiteriqueos adolescentes.
Se invitan solos al oído de las damas y cuanto más bajo es el volumen, más guaranga es la proposición. Piden otro brebaje, pero esta vez con más promesas. Algunos creen escuchar la conciencia que vomita de indignación. Otros en cambio, no aceptan haber perdido y reniegan de su desgracia chantajeando al cielo para que cambie su voluntad.
Mientras los hechiceros logran eyacular el antídoto contra frágiles palabras y vida efímera para su sombrío auditorio; uno de ellos se cansa de poesías y chamuya los misterios de una divinidad que inspira cultos orgiásticos; otro busca rehabilitarse de una endemia contagiosa llamada “abogacía” y aún se pregunta: ¿cuántas mujeres entran en un fernet?. Aquel de cabellos de virulana hace cola para linchar su tiempo marchito con nuevas trovas, mientras un primate con oído de felino, trata de sacrificar un dinosaurio de pollo para no irse zapatero a la casa.
Se fuma la noche y el amanecer corta el polvo de los aventurados sádicos, que deben devolver a sus corrales sus respectivas costillas como trofeos femeninos.
¡Fijen sus anclas bucaneros! que los ciegos lo han visto todo, menos Dios pudo ser testigo. Él hoy no madrugó, no tuvo piedad al pecar con su resaca matinal.
Brindo por eso, Amén.
Escrito el 12/6/01
Se invitan solos al oído de las damas y cuanto más bajo es el volumen, más guaranga es la proposición. Piden otro brebaje, pero esta vez con más promesas. Algunos creen escuchar la conciencia que vomita de indignación. Otros en cambio, no aceptan haber perdido y reniegan de su desgracia chantajeando al cielo para que cambie su voluntad.
Mientras los hechiceros logran eyacular el antídoto contra frágiles palabras y vida efímera para su sombrío auditorio; uno de ellos se cansa de poesías y chamuya los misterios de una divinidad que inspira cultos orgiásticos; otro busca rehabilitarse de una endemia contagiosa llamada “abogacía” y aún se pregunta: ¿cuántas mujeres entran en un fernet?. Aquel de cabellos de virulana hace cola para linchar su tiempo marchito con nuevas trovas, mientras un primate con oído de felino, trata de sacrificar un dinosaurio de pollo para no irse zapatero a la casa.
Se fuma la noche y el amanecer corta el polvo de los aventurados sádicos, que deben devolver a sus corrales sus respectivas costillas como trofeos femeninos.
¡Fijen sus anclas bucaneros! que los ciegos lo han visto todo, menos Dios pudo ser testigo. Él hoy no madrugó, no tuvo piedad al pecar con su resaca matinal.
Brindo por eso, Amén.
Escrito el 12/6/01
1 comentario:
Lo prometido es deuda...
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