sábado, agosto 02, 2008

El Campeón


Aclaración: A diferencia de los textos aquí expuestos, no pretendo que éste complazca o deleite al lector. Simplemente quiero y tengo la necesidad de expresar lo que siento por Celestino Francisco Corinaldesi, mi abuelo.
Espero me disculpen.


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Celestino Francisco Corinaldesi. Todos lo conocían como El Petiso o como yo lo llamaba… el Campeón. Debo confesar que en mis 26 años de vida, mi abuelo es el primer familiar cercano que se me va. Es una sensación rara. El pensar que no lo voy a tener más físicamente me cuesta entenderlo. Lo extraño mucho.
Para quienes no lo conocen él fue carpintero, pintor, taxista, jardinero, marido, padre y abuelo. Atleta en su juventud, jugador de bochas en su vejez. Quien estuvo 5 minutos con él en alguna charla, sabe de todas sus proezas de jóven o sus juegos de campeonato de bochas en Plaza Matheu.

Cada acción que evoco de su persona trae consigo generosidad y desinterés. Una imagen paternal impecable que tuve la privilegio de disfrutar y una mano gastronómica envidiable. Siempre esperándome con el almuerzo y ese pedazo de queso duro después del colegio, las “vueltas manzana” con la bicicleta hasta Arana. Estoy seguro, aunque muchos dicen que es un cuento que me hizo, de que ahora soy alto por todas las veces que me insistía que me cuelgue de un caño que el mismo había puesto, 5 minutos todos los días para dejar de ser petiso. Las espadas de madera, las luchas libres sobre la lona del patio, las risas que me causaban sus gases a la mañana antes de ir al colegio. Cómo me reía! Y esas orejas que nunca supe como las movía solo para hacerme reír.
Tripero de nacimiento, puteaba todos los domingos sentado sobre el borde de su cama a una radio portátil que relataba a su club Gimnasia y Esgrima La Plata.
El viejo salió en el diario El Día de La Plata y hasta en la tele. Si, el viejo para coronar su carrera artística (si alguna vez la tuvo) salió en el programa de Alessandra la sexóloga por Cosmopolitan TV, en un especial de abuelos y nietos que tuve la suerte de compartir con él.

Se nos fue un día cualquiera. De esos que no se esperan o uno no se imagina. Al funeral fueron muchas personas. Amigos y familiares que hace mucho no veía. Pero durante todo el velorio sentí que faltaba algo. Me fui vacío. Solo estaban las indudables lágrimas de la gente que lo amaba y la admiración de los más jóvenes.
Sin embargo y luego de una breve plegaria de un cura allí presente, el lugar si inundó de un silencio como yo nunca lo había sentido antes. Solo veía a mi abuela sola junto al féretro. Dude en ir a abrazarla, acercarme a ella, darle un abrazo, no se. Sentí tal vez que eran sus últimos segundos cerca de él y preferí quedarme donde estaba. Y ahí apareció la acción que definitivamente faltaba para despedirlo: el aplauso. Agradezco a mi vieja enormemente que lo haya hecho, sin dudas era eso lo que faltaba. El aplauso de agradecimiento, de reconocimiento, de retribución, de gratitud… pero sobre todo de un “gracias”. Esas gracias que lo perpetúan enérgico sobre su devaluada bicicleta yendo a jugar a las bochas o haciendo el asado o ñoquis del domingo. Esas gracias por esa dedicación a sus hijas, yernos y nietos que lo hicieron único para nosotros y un ejemplo para todos aquellos que lo admiraban. El aplauso era lo que simbólicamente se merecía después de 88 años de una vida muy difícil pero sin dudas vividamente plena, que muchos quisieran llegar a tener.
Al Campeón, es así como yo lo llamaba en referencia a que era el único en la familia en ganar trofeos, vivió una vida digna y como todo campeón, dejo recuerdos imborrables y una gran admiración para todos los que disfrutamos de él y con él.

Para él mis gracias eternas.
Te extraño Mucho

Matías.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay veci, hermoso lo que escribiste... no todos tienen un abuelo, o mejor dicho, un abuelo asi!! que suerte que tuviste de haberlo tenido tantos años!! te quiero muchisimo!may

Mauro Zigliani dijo...

Tengo una anecdota con Petiso. El Peti, tenia un drama y era que no retenia los nombres. Y asi era como preferia acordarse de datos de cada uno, ya que entre Nico y yo siempre nos confundia. Entonces uno era el "que habla mucho" (yo, porque siempre que almorzaba en su casa, contaba todo, todo... cosa que al loco mucho no le gustaba), y el otro "el grandote que se cae de la bici" (nico, por aquella vez en que en Nico cayo de la bici chocando la de Peti y rompiendo todos los rayos... jajaja)
Un groso, junto con Chichita marcaron nuestra infancia y adolescencia hasta hoy, como abuelos que uno se apropiaba.
Gracias loco, un relato fidedigno.

Anónimo dijo...

Mi aplauso de agradecimiento, de reconocimiento, de retribución, de gratitud…
PARA EL.
que nos dio tanto.


Si q lo vamos a extrañar.



Te amo, Tu hermana.,

Melancolía "La Dama de tus Pensamientos" dijo...

He llegado hasta aquí, de casualidad. Me ha impactado tanto cariño demostrado por tu abuelo.
Es impresionante, lo que se les llega a echar en falta y más, cuando se trata de una persona como la que tú, tan bien y con tanto amor describes.
Yo no pude disfrutar tantos años de mi abuela y hace muchísimos que la perdí. Aun así, aún sigo echándola de menos y hablando con ella. Siento mucho que la vida te haya quitado a un ser tan maravilloso.
Un abrazo con todo mi cariño y si no te importa, volveré por aquí a seguir leyéndote.

Unknown dijo...

me hizo llorar loco... solamente usted puede escribir algo como lo que acabo de leer.
pongase contento porque su CAMPEON seguramente se fue sabiendo todo lo que usted pensaba de él.
recuérdelo con esa sonrisa tan linda y única que lo caracteriza.
usted sabe que él esta orgulloso de ser su abuelo.
saludos
flor

Anónimo dijo...

tristemente hermoso.
Un abrazo