Hace tiempo que no me hago caso y cada vez amanece peor a mitad de la noche. Los insomnios sirven para dormir en la culpa del nunca más. Porque cuando se desprometen las promesas, la deshonesta soledad se convierte en un partido mejor que la peor de las sorpresas.
Es fuerte el click en la cabeza, el martillo sobre el molde y la consecuencia de lo inevitable. Ya no hay fotos ni noches en Cartagena. No hay luto para el que se quiere morir, ni pésame para el que lo perdió todo. Porque lo peor de una vida, es tener dos.
Es fuerte el click en la cabeza, el martillo sobre el molde y la consecuencia de lo inevitable. Ya no hay fotos ni noches en Cartagena. No hay luto para el que se quiere morir, ni pésame para el que lo perdió todo. Porque lo peor de una vida, es tener dos.
Hoy es en vano respirar el oxigeno de tu cuello, sino tengo nada con qué abrazarte. Es infundado el deseo de volver, si nunca supe cómo amar.
No me miren con ojos de admiración. Siempre fui un galán con el smoking de un pobre, que escribe con los nervios de punta la canción del mea culpa.
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