EL GOLPE: Semejante tropezón, debió despertarme de un largo letargo. Cuesta abrir los ojos y ver otro mundo, mucho menos verde que el anterior. Replantear el pasado, reestructurar los objetivos y metas a alcanzar. La familia muestra las grietas, los defectos y empieza a sangrar, pero solo para cicatrizar mejor. Uno nunca se conoce realmente hasta que mire para atrás y entiende su pasado, su crianza y educación. Y en la otra esquina, mi archienemigo: mi ego. Ese maldito espejo que me vendió un puñado de mentiras, se reconstruye desde sus cimientos, a paso lento pero firme, con muchas dudas e incertidumbres, pero mucho más leal a uno mismo y sobre todo más real.
LA REALIDAD: Abro un poco más los ojos con cada paso (y con cada sesión de terapia, ja!) y hay un nuevo mundo. Respuestas que no me había hecho, son obvias. ¿Hice todo mal? Lo hecho, hecho está. Con sus defectos y sus virtudes, el error me ha traído hasta acá y tengo que hacerme cargo y lidiar con la realidad. Entenderla, transformarla y seguir. Coincido que no fue la mejor forma, ni la más inteligente, ni la más madura pero es así cómo uno escribe su propio camino. Me equivoqué en seguir sosteniendo una etapa que ya estaba terminada. Descuidé demasiado a las personas que me rodeaban y las que me rodean. Me equivoqué en las formas. Me equivoqué al pensar que estaba parado en el lugar correcto. Me perdí al pensar quién quería ser, qué deseaba y con quién quería compartirlo de por vida. ¿Perdí el verdadero amor de mi vida? No. Porque evidentemente no lo era. Construimos un amor inmaduro creyendo que lo era. Prefiero pensar que nos teníamos que conocer para darnos un golpe y comenzar a abarajar las cartas desde otro lugar y cada uno por su lado. Entonces, pese a la forma de darse las cosas, en algún lugar del nunca más, nos daremos las gracias por habernos cruzado. Porque en definitiva ése era nuestro verdadero destino… y solo llegaba hasta ahí. En definitiva me equivoqué como vos, como cualquier ser humano.
EL CAMBIO: Arraigado a la esencia de mi personalidad siempre positiva, en esta etapa decidí dejar que el dolor se apoderara de mi, pero solo un poco. Para sentir verdaderamente el valor de lo perdido. Porque reprimirse ciertas cosas, es de cobarde. No querer afrontar el dolor, no es crecer, significa no mirar la realidad a los ojos y decirle: te desafío. Los grandes negocios de la vida, son todos malos negocios, son todos pocos rentables, son todos puros gastos emocionales y físicos, pero son los que nos hacen desplegarnos a favor de un sueño. Son los que nos permiten salirnos de nosotros mismos para entrar en otros, son los que nos dejan crecer como seres humanos, los que nos hacen ceder a cosas y aceptar realidades que nos pueden hacer sufrir incluso, pero al mismo tiempo nos dan la posibilidad de crecer. Porque cuando una persona logra valorar los dolores como procesos de aprendizaje, entonces, todos nos transformamos en mejores personas, todos crecemos, todos somos protagonistas de un destino. Así podremos cambiar la sociedad, modificarle la vida al que está al lado, hacernos responsables de nuestros errores y de nuestros aciertos. Solo así nos iremos convirtiendo paulatinamente en un mejor grupo social, en un grupo de personas que defiende la unidad de la familia, que protege las raíces, que resguarda a los pueblos indígenas, en definitiva, en una sociedad que no puede olvidarse de dónde surge.
Por eso hoy prefiero la crisis, antes que la comodidad. Empezar de cero, antes que nunca haber comenzado. Elijo retroceder un poco, pero solo para tomar carrera. Escojo arrepentirme, que lidiar con lo perfecto o con lo que esperan de mí. Prefiero dar menos explicaciones si no valen la pena. Quiero conocerme realmente, como hijo, como hermano, como amigo y como pareja. Si nos hacemos los boludos con nosotros mismos, vamos muertos, porque la vida sigue y es ella la que única que puede frenarte de verdad. Por eso, cómo dije siempre, no quiero llegar a viejo y preguntarme: “que hubiera sido si…”. Somos artífices de nuestro destino. Solo hay que estar atento a las oportunidades, las casualidades y los horóscopos de la revista Viva que siempre te tiran la posta.
Porque ser FELIZ es una decisión que yo tomo todos los días.
Porque VIVIR…