Solo los domingos, suelen engañarse entre si. En el día donde la cabeza más abruma con un monologo el padecimiento del amor, se ven para mentirse el uno al otro y así no tener que disimular nostalgias.
Se prometieron palabras trasparentes y un contrato sin reembolso. Sin embargo saben del peligro de su juego y sus consecuencias. Mientras se besan, se tientan, se ríen. Se inventan el uno al otro, de la mano y un abrazo, un helado y una película, una cena y un regalo.
Hasta que un día jueves, él se dio cuenta que la amaba…
Te amo – dijo él.
Solo los domingos – contestó ella.
Hasta que un día jueves, él se dio cuenta que la amaba…
Te amo – dijo él.
Solo los domingos – contestó ella.
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